La Perla, marzo 2017

El jueves 16 de marzo estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales visitaron el Espacio para la Memoria y Promoción de los Derechos Humanos «La Perla». En su recorrido, además de contar con la guía de Matías Capra, pudieron conocer la experiencia del “Toto” López, un sobreviviente de ese infierno, que generosamente compartió su historia. Esta visita se da en el marco de las actividades en torno a un nuevo aniversario del golpe cívico-militar producido en nuestro país el 24 de marzo de 1976. Fue organizado por el Centro de Estudiantes de la Facultad de Sociales, quienes desde hace varios años vienen “apostando a la construcción de espacios abiertos, democráticos, que interpelen a los y las estudiantes a seguir construyendo la memoria colectiva y la defensa incansable por el respeto a los Derechos Humanos. Los viajes a La Perla nos interpelan desde lo más profundo de nuestros sentimientos y emociones, nos conectan con nuestro pasado, y desde ahí, nos dan fuerza para habitar el presente y seguir construyendo nuestro futuro. Como estudiantes de Ciencias Sociales y como futuros profesionales, es necesario que nos involucremos, que llenemos de contenido cada espacio, que estemos bien cerca de nuestra historia, de las luchas de nuestro Pueblo, como partícipes activos en la Construcción de la sociedad que soñamos, justa y libre”.

En el arranque del recorrido una línea de tiempo acompaña al relato de Matías, contiene imágenes fuertes. Fuertes y duras, como las palabras que cuentan esta historia, que pone en contexto a “La Perla”. Avanza el relato y empiezan a salir las primeras preguntas, algunos incipientes pensamientos, ciertas comparaciones espacio-temporales; y así las distintas intervenciones pluralizan las voces, construyendo un trabajo de memoria colectivo, “desde el presente, con sus intereses y preocupaciones”. Con Matías y el Toto, los y las alumnas intentan reflexionar sobre cómo fue posible el terrorismo de Estado en nuestro país. Entre todos y todas ven como en la Argentina de la última dictadura los Centros Clandestinos de Detención, Tortura y Exterminio (CCDTyE) fueron espacios nucleares para llevar adelante las políticas represivas orientadas a instaurar el terrorismo estatal. Para Pilar Calveiro: “El golpe de 1976 representó un cambio sustancial: la desaparición y el campo de concentración-extermino dejaron de ser una de las formas de la represión para convertirse en la modalidad represiva del poder, ejecutada de manera directa desde las instituciones militares”. (27: 2006).

Los “Lugares de Reunión de Detenidos (LRD)”, como llamaban los militares a los Centros Clandestinos, se construyeron estratégicamente en todo el país conformando una red represiva cuyas tramas se tejieron con personas, muchas de ellas hoy desaparecidas.

Los Centros Clandestinos, en principio ocultos y secretos, sirvieron para propagar el terror en toda la sociedad. Se escuchaba hablar de ellos, pero nadie sabía nada (o simulaban no saber) de su existencia, transformándolos en lugares imaginarios, inreferentes. Recién a partir de los testimonios y las denuncias de los sobrevivientes es que se empieza a quitar el velo, es que los Centros Clandestinos empiezan a convertirse en “reales”. Así la transmisión de las vivencias permite la comprensión del pasado. En otras palabras, para que los lugares “ficcionales” de los testimonios que remitían a realidades desconocidas, pasen a ser “reales” para la sociedad primero tenían que ser comprendidos. (Es importante no perder de vista el papel que jugaron los militares en la construcción de estos “mundos ficcionales”: deformando los lugares, cambiando sus nombres y despojando al de los desaparecidos, etc.). Esto lleva a que cuando recorremos un CCDTyE no nos baste con ver el lugar, sino que nos es necesario reflexionar sobre lo que ahí sucedió, sobre la importancia de estos espacios en el terrorismo de Estado. A partir de allí una constelación de significados comienzan a identificarse con los lugares.

Los desgarrantes testimonios sobre el aparato represivo necesitaron tiempo para “madurar”, fueron esperando momentos propicios para emerger, ya que sus palabras contenían imágenes difíciles de seguir. La comprensión del universo que representan es tan compleja y delicada que reclaman un gran esfuerzo intelectual, individual y colectivo, que permitan poder representar, imaginar, comprender lo sucedido en nuestra historia reciente.

En este proceso los testimonios empiezan a construir los cimientos para la visibilidad de estos espacios, antes inciertos, nebulosos, vagos.

Todos los Centros Clandestinos de Detención, Tortura y Exterminio: La Perla.
“Así, las y los estudiantes de la Facultad nos empapamos de nuestras luchas. Así, las y los estudiantes de la Facu seguimos reconstruyendo la memoria. Las y los estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales viajamos a La Perla, espacio para la memoria, ex centro clandestino de detención y exterminio de la última dictadura cívico militar de Argentina”.
El poder desaparecedor en Córdoba, como en el resto del país, se sirvió de espacios estratégicos para el accionar de la represión. Comisarías, hospitales, cárceles, etc. se refuncionalizaron en función del aparato represivo. El epicentro de esta política en Córdoba fue el Centro Clandestino de Detención La Perla (“La Universidad” y “OP3”), “todo comenzaba y terminaba en La Perla” (G. Geuna).
Cuando empezaron a escucharse las voces de los sobrevivientes el nombre LA PERLA empezó a superar al referente; permitiendo explorar, descifrar, redescubrir el espacio (tan fuerte es el poder significativo del nombre que cuando uno visita La Perla debe convencerse a sí mismo que el lugar es efectivamente “LA PERLA de los testimonios”, porque el imaginario es ubicado sobre el nombre -y todas sus connotaciones- y no sobre el referente). El tiempo fue adecuando y adaptando a sus necesidades e intereses el nombre, como así también fue situando al lugar como un reflejo de todo el potencial significativo y explicativo de la fuerza contenida en el calificativo. La Perla; confluyendo la realidad “real” de los ladrillos vistos, el piso rojo, las ventanas altas, la vista a las sierras… y las realidades “imaginarias” que cada persona construye con todo su bagaje, con toda sus memorias. Estas realidades se requieren, se interrogan, se necesitan. El espacio “real” nos va guiando y proveyendo de marcos en donde apoyarnos para poder imaginar lo pasado y así reinterpretarlo, conocerlo.

La Perla (ubicada en la Ruta Nacional Nº 20, Km 12) cambió el camino “real” que separa a Córdoba capital de Carlos Paz. Una vez que este enorme espacio “invisible” comenzó a mostrarse al mundo la ruta ya no fue la misma. Los testimonios, con sus diferentes estrategias y complejidades, “abrieron” La Perla al mundo. También, como nos relata Matías, existe una instancia fundamental para profundizar los conocimiento sobre la el terrorismo de Estado y sobre La Perla en este caso puntual: los juicios por delitos de lesa humanidad que se vienen desarrollando en Córdoba y el país. Allí vuelven las palabras de los sobrevivientes, sus declaraciones son nucleares para conocer y construir un relato, que permanentemente esta en tensión.

Con los juicios, las declaraciones y los testimonios, La Perla -como todos los elementos que constituyen la narración sobre nuestra historia reciente- al adquirir un elevado papel simbólico-sentimental,
La Perla empieza a remitir al horror desplegado por el terrorismo de Estado, decir La Perla es hablar de los desaparecidos, los asesinados, los hijos, las madres, los familiares, las luchas, los sobrevivientes, los torturadores, las picanas, los traslados, la margarita, las fosas comunes, el Proceso de Reorganización Nacional, Menéndez, Videla… Se convierte en un caleidoscopio en donde convergen múltiples significaciones arbitrariamente atribuidas y muchos elementos metonímicamente asociados al nombre.

En este progreso la figura va siendo rellenada sucesivamente con nuevos valores conferidos en los discursos, para finalmente acceder a su identidad, que como toda identidad es un proceso temporal. Este lugar de convergencias no es sólo espacial sino temporal, ya que la plenitud del nombre se da en el tiempo; el nombre no se llena con una sola descripción, sino gradualmente, conforme progresan los relatos. En efecto, la plenitud del nombre La Perla es la totalidad de los relatos sobre La Perla.

Desde marzo de 2009 al nombre lo atraviesan más de 30 años de lucha, por la memoria, la verdad y la justicia. Desde marzo de 2009 el nombre completo es “Espacio para la Memoria y la Promoción de Derechos Humanos en el ex Centro Clandestino Detención La Perla”.

Este año el nombre empieza a garabatear nuevos significados. Significados que esperanzan, que ilusionan, que invitan a la acción, a la participación. Este 24 de marzo marchamos, con la certeza y el compromiso de sentir que “la memoria florece en cada lucha”.